El Tsunami de 1884 de Montevideo

El Tsunami de 1884 de MONTEVIDEO Debió Cambiarnos PARA SIEMPRE 🇺🇾 Historia Completa | CHELO

El 14 de enero de 1884 a las 7:30 am un tsunami golpea la costa sur de Uruguay durante 15 minutos e inunda parte de la ciudad de Montevideo.

Ese día el tiempo era bueno Este es el primer registro oficial de un sismo en Uruguay y no fue el único.

«Cientos de personas murieron en un maremoto mientras se sometían a los carísimos precios de Punta del Este»

Esto titula un diario argentino después de la catástrofe, el grandilocuente titular tiene vestigios de verdad, es cierto que ocurrió un evento sísmico de dichas características y posiblemente los precios de Punta del Este estaban carísimos. Spoiler: 140 años después siguen igual. Lo que no es cierto es que hubieran muerto cientos de personas, tal vez tuvimos suerte por la hora en que sucedió.

La gigantesca ola inunda parte de la ciudad, sorprende a los madrugadores bañistas que disfrutan de una tranquila mañana de cielo despejado y viento calmo, con un mar muy sereno y plano.

«velóse parte del cielo y en el mar, tranquilo y bajo hasta ese instante, se levantaron casi instantáneamente grandísimas olas -inmensas moles de agua- que internándose en la costa arrebataron muchísimas personas que ya se habían bañado y estaban sobre las piedras» «El terror que infundió fue inmenso»

– Diario La Helvecia.

La ola sorda arrastra infinidad de peces, el espanto y la confusión se apodera de las playas Pocitos y Ramírez, sin embargo en ellas no hay víctimas fatales. Opuesta suerte tiene quien está a la altura del Templo Inglés, se ahoga «la esposa de José Bartolo González, dueño del almacén ubicado en Treinta y Tres y Buenos Aires«, su esposa estaba embarazada.

La ola «golpeó instantáneamente» las paredes de los edificios de las calles ahora llamadas Bartolomé Mitre y Camacuá. «el ruido que hizo la gran ola al aproximarse a la costa fue notado a cuatro cuadras de distancia por personas que estaban en el interior de las casas, ignorantes de lo que ocurría«.

– Ermidio de María, de Diario El Siglo

En el Cerro dos marineros heridos. La familia Lastretto del barrio Pocitos estuvieron a punto de ser «arrebatados por las aguas«. Hubo bañistas lastimados. Varios barcos destrozados. La pérdida del reloj y la cadena de oro del comisario Pedragosa cuando se arrojó al agua vestido es realmente una tragedia menor.

La solidaria acción de varias personas evita que las muertes sean mayores, un claro ejemplo de esto es el de los presos que están construyendo la Escuela de Artes y Oficios, la que conocemos hoy como Universidad del Trabajo del Uruguay, la UTU, se construía en la playa Santa Ana, playa hoy desaparecida tras construirse sobre ella nuestra monumental rambla luego de -oh casualidad- el devastador temporal de 1923 de Montevideo, historia que ya te la conté en este blog, fue la obra más grande y cara de nuestra historia, la que cambió no sólo la fisonomía de nuestra ciudad, sino que directamente cambió a nuestra cultura para siempre, si no lo viste anda a verlo y me contás, vas a quedar impactado. Por cierto, tremendo lo que era, la hoy defenestrada UTU, en aquel entonces, construyeron en 1882 este barco a vapor, ¡una locura! Y dos años después, en el mismo año del Tsunami que te estoy contando, construyen otro barco, la Cañonera “General Rivera”, el primer buque de guerra construido en nuestro país por un establecimiento del Estado. Estos hitos merecen vídeo a parte, en especial el último, fue una odisea trasladarlo por todo 18 de julio hasta el puerto de Montevideo. Cuestión que hasta los presos parece que eran mejores por aquella época, fueron quienes se arrojaron al agua a rescatar gente y ayudaron pescar las ropas y pertenencias que se llevaba la corriente.

Intendente de Montevideo

Daniel Muñoz, quien sería casi 25 años después de este evento el primer Intendente de Montevideo, quien supo ejercer su mandato frente a la majestuosa Plaza Cagancha, ante la mirada de La Columna de la Paz o Estatua de la Libertad, más precisamente en el hermoso Palacio Jackson, palacio que por cierto ya no existe , lo derribaron para hacer en su lugar un horrible edificio.

Volviendo esa mañana de enero;

Muñoz sobrevive al Tsunami mientras veranea en la playa de Capurro, que irónico, porque esa playa recientemente llegó a ser la más contaminada de todo Montevideo y seguramente siga siéndolo a día de hoy.

Muñoz narra su crónica en un artículo del diario “La Razón”, diario que él mismo fundó en 1878, titula su crónica como «La gran ola en la playa Capurro«. Muñoz se hunde en el agua y al salir y ponerse de pie, nota extrañado que el mar bajó mucho. Antes le daba por los hombros y ahora al emerger nota que está bajo su cintura. Y ve que el agua sigue bajando.

«se escurría sobre la playa como si de repente hubiesen agujereado el fondo de la bahía».

Muñoz continúa mirando la costa cuando, en sus palabras, un «ruido sordo» le hace darse vuelta.

«Vi algo que no me atreví a esperar. Los buques del puerto habían desaparecido tras una inmensa muralla de agua que se extendía de costa a costa y avanzaba solemne».

Corre a la costa y gana altura pero ni aún así puede evitar quedar dentro del agua.

«La ola me alcanzó y se explayó en la costa (…) inundando la playa hasta aquietarse».

Al rato la masa de agua se retira para avanzar luego con menor empuje y así sucesivamente, cada vez con menos fuerza. Luego el mar vuelve a quedar como un plato, como haciéndose «la mosca muerta«.

El cielo se despeja y el sol comienza a brillar, conduciendo más tarde a un crepúsculo rojo.

La prensa llega a reportar cientos de muertes, alrededor de quinientas incluso, lo cierto es que la información oficial aportada por las comisarías solo comprueba la ya mencionada de la mujer embarazada.

Pasadas las horas, lo verdaderamente preocupante para el cronista del Diario La Helvecia es que el reciente fenómeno espantara la presencia femenina en las playas, el cronista muestra alivio al comprobar que no es así, no sólo es numerosa la presencia femenina, también selecta.

«Muchas personas, entre ellas nosotros, imaginábamos que antes de ayer no concurriría casi gente a la playa, sobre todo señoras y señoritas, a consecuencia del fenómeno submarino. Pero al llegar a los baños experimentamos una desilusión agradable, pues la concurrencia femenina era numerosa y selecta.»

– Diario La Helvecia

Sabemos que el evento climático de aquella mañana no es aislado, en los años venideros se sucedieron muchos y peores, y yo les vaticino a ustedes que pasarán muchos más. 

En 1888,  sólo cuatro años después del tsunami del 84 ocurre un terremoto, un temblor muy importante, el más grande de nuestra historia, con epicentro estimado en la cuenca de Punta del Este, se sintió también en la Fortaleza del Cerro de Montevideo, e incluso se percibió en la ciudad de Buenos Aires.

El último sismo registrado y que en lo personal recuerdo muy especialmente, fue el del pasado 12 de julio de 2023 de 4,0 de magnitud en la escala de Richter registrado sobre las 05.43 de la madrugada a 11 kilómetros de la costa. El terremoto provocó un importante temblor en la ciudad de Atlántida y pudo sentirse en Montevideo.

Gracias pro el fuego

Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, en otras palabras, Mario Benedetti, escribió y publicó una novela en 1965 llamada “Gracias por el fuego”. De sus 15 capítulos, el primero es el único que no transcurre en Uruguay. El marco espacial y temporal está claramente definido: New York, Broadway, calle 113, en un restorán visitado sobre todo por hispanohablantes. Es una noche de abril de 1959. La zona es pobre y las casas tienen los frentes descascarados. Un grupo de quince uruguayos, hombres y mujeres, de los cuales la mayoría pertenecen a la clase media alta se han reunido allí. Se entablan conversaciones insulsas y frívolas donde los comensales declaran su admiración por las virtudes de la modernidad, por los Estados Unidos y, al mismo tiempo, expresan su desprecio por el Uruguay.Sostienen que «Montevideo no es nada [ … ] no tenemos nada […] salimos de una huelga para entrar en otra […] entre nosotros el obrero es la chusma [ … ] nada, no producimos nada [ … ] tenemos una filosofía de tango, y así no se va a ninguna parte […] yo no pienso regresar al Uruguay; alguna vez, puede ser, de visita, pero a radicarme jamás«.

Mientras denigran al país, suena el teléfono. Algo tremendo ha ocurrido: «Una catástrofe. Una inundación espantosa. Un maremoto. El agua arrastra todo por las calles. Todo destruido. Una catástrofe como nunca. El país borrado del mapa.» La tesitura de los uruguayos cambia radicalmente: «Es un lindo país […] se puede trabajar sin miedo [ … ] nadie nos molesta [. ..] es mi país, es mi patria […] mi mamita, mi hermano, mi pobrecito papá«.​

Vuelve a sonar el teléfono.

Todos quedan paralizados. Suspiros de alivio ante las nuevas noticias. Todo era una exageración: Se trata de una inundación, más importante que las de otros años sí, pero nada serio. Un gran silencio, y luego del susto, todo vuelve a la normalidad, alegría, coqueteos, nuevas quejas: «Convénzanse. Somos una porquería. Ya lo vieron. Ni siquiera somos capaces de tener una catástrofe de primera clase.«

Yo pienso que Benedetti en este pasaje nos está recordando aquellos sucesos pasados que tan fácilmente olvidamos.

Aquel Tsunami de 1884 no nos cambió para siempre, como debió haberlo hecho, como sí lo hizo el temporal de 1923, lo cierto es que la gente volvió a las playas al siguiente día como si nada.

Recuerden ustedes que esto ya pasó, y no pasó ni una, ni dos. Recuerden ustedes que esto volverá a pasar…