¿Que pasa Wachita? Imagínate que estás en 1912 en Wichita Falls, yo le voy a decir Wachita ¿porque? porque se me canta el culo. Wachita es un pueblo de Texas donde viven 1500 habitantes, tiene cuatro casas locas, pero encuentran petróleo y en sólo dos años el pueblo llega a las 20.000 personas y vos que de boludo no tenes nada también la estas levantando en pala con el oro negro. Pero ¿qué provoca éste explosivo crecimiento en Wachita? Que te faltan cosas, en particular algo que a vos te va a dar los cimientos para tu negocio; una oficina, pero no cualquier oficina, vos querés una que sea lujosa.
Por esas cosas de la vida llega al pueblo un tipo que se presenta como J.D. McMahon, te hace una inmejorable oferta de negocio, un rascacielos de oficinas de 480 pies (150 metros). Para que te hagas una idea, es casi la misma altura que tiene la Torre Antel en Uruguay que además es la más alta del país.
Cuestión que vos ves que la cosa se está poniendo cheta en el barrio, que la demanda crece, que el aire huele perfume caro mezclado con huevo podrido de los gases que desprende el petróleo, así que invertís junto a otros cinco empresarios. Se hacen los planos y firman.
J.D. recauda 200.000 dólares, que son hoy en día 3 millones de dólares.
El rascacielos lo va a hacer al lado del edificio Newby, una construcción medio poronga que tiene un sólo piso, en donde casualmente J.D. está alquilando.
La promesa es que va a tener todas las comodidades; ascensor, oficinas de alto nivel, una fachada de la concha de la madre. ¡Pipí Cucú!
La construcción arranca, pasa el tiempo, un día andas paseando por Wachita y pasas frente a tu inversión, tus ojos no conciben lo que estás viendo; un rascacielos enano de 12 metros y así se te queda la cara de bopa cuando te das cuenta que te vendieron gato por liebre.
Vos y los otros 5 inversores van a buscar al chanta.
— Me prometiste un rascacielos de 480 pies y me construís un enano deforme. Explícamelo cara de marmota.
— No, no, señores. Yo les prometí un rascacielos de “480 de alto”, en ningún momento les dije que fuesen pies. Es más, yo les enseñé estos planos y ustedes los firmaron sin chistar.
Si señoras y señores, J.D. les hizo la del 30, el plano no decía 480 pies, que se representa con comilla simple (‘), sino que estaba escrito claramente en pulgadas, que se escribe con comilla doble (“).
Por supuesto que lo llevaron a juicio, pero el juez nada podía hacer, no había dudas, ahí decía pulgadas.
Lo insólito de su tamaño no se queda en la altura, cada piso es de 2,7×3,7. Una caja de zapatos de 10 m2.
Hagamos números:
Son 6 inversores, la planta baja del edificio no se cuenta porque es el acceso a las oficinas, te quedan 3 pisos, divididos en los 6 inversores son 5m2 para cada uno. Eso es tan chico que si fuera un cuarto con suerte entraría una cama. Literalmente metes no más de 4 sillas.
¿Puede ser peor? Si, puede ser peor.
¿Te acordás del ascensor que iba a tener el flamante rascacielos? ¡Esta! Ni ascensor tiene porque sencillamente no entra.
Si no tiene ascensor al menos tiene escaleras… ¡Ja! ¡tampoco! Hasta el año 2000 para subir tenías que trepar por la parte de atrás de la fachada y después subir por unas escaleras de esas como las de los barcos.
Al final el edificio costó 15.000 dólares, los inversores recuperaron 3.000 que les devolvió la empresa de ascensores. Los restantes 182.000 dólares, o sea, 2.5 millones de hoy, se los llevó con fritas J.D. McMahon que se fue rajando y nunca más apareció por el pueblo, no se sabe dónde está metido.
Y ahí le quedó “El rascacielos más pequeño del mundo”, yo lo hubiera apodado “La del 30” o “El cuento del tío”.
El edificio se convirtió en una vergüenza para el pueblo de Wichita Falls, las autoridades los llamaban “El pulgar de la vergüenza” por la forma que hace junto al viejo edificio Newby.
Fue abandonado y vandalizado durante 80 años, hasta 1999 que Marvin Groves lo compra porque estaba como lokita con su historia. Sólo pagó 4.000 dólares, que eran unos 300 dólares en 1920, lo restauró y ¿sabes que no le falta ahora? si, una escalera interior, que ocupa el 25% del interior del edificio.
Consuelo de bobo, en sus más de cien años de historia el edificio se banco inundaciones, impactos de rayos y unos cuantos tornados.
Hoy día es básicamente un museo de sí mismo y podes ir a visitarlo para recordarte dos cosas;
Que siempre mires la letra pequeña.
Y que el tamaño, el tamaño importa.
Bueno gente llegamos al final de esta historia. Si me lo permiten quiero darle las gracias a mi querido público mayor de 65 años que vinieron engañados a mi canal y/o a éste blog con historias de la segunda guerra mundial y sin embargo se re bancaron mi último video con El Bananero derrochando amor, bueno en realidad sólo uno se de-suscribió, pero no se qué edad tenia.
También quiero agradecer a quienes creen en lo que estoy haciendo y que han donado dinero sin siquiera pedirlo ¡Gracias!